A
veces suena la flauta y cuando menos te lo esperas, aparece una
especie “rara” que termina por alegrarte el día de campeo. Esto
me sucedió este pasado domingo en un paraje dunar de nuestra
localidad. Aunque solo fueron unos pocos segundos, los suficientes
para hacer un par de fotos y corroborar que el “inesperado” ave
era un alzacola rojizo Cercotrichas galactotes, un paseriforme
seriamente amenazado, clasificado como “en peligro” en el
Libro Rojo de las Aves de España.
Es
una migrante transahariana, que llega a la península sobre todo en
mayo, pero que puede alargar su migración hasta bien entrado junio.
Y esto es lo que parece haber sucedido en este caso, que el alzacola
avistado por mí, con una altísima probabilidad es un ave en paso,
camino a su lugar de cría, al que resulta muy fiel.
Es
un habitante típico de zonas cálidas y más bien secas, con
cultivos preferentemente de olivos o viñedos, y en general medios
semiabiertos. Un hábitat muy especifico, que hace difícil que se
instale en nuestra localidad, aunque en tiempos lejanos si que estuvo
presente.
Son
muchas las causas de su gran declive poblacional, entre ellas la
intensificación agrícola y el uso de biocidas en la agricultura,
pero también otros factores en su zona de invernada, como las
frecuentes sequías que asolan el vecino continente africano.
En
Iberia ocupa zonas apropiadas -siempre en bajo número- del cuadrante
suroeste y el sureste. Un censo realizado en 2020 determinó que su
declive entre el 2000 y el 2020 fue de un 92%. Un declive brutal para
una especie, que antaño, si no frecuente, era al menos relativamente
común, y que las profundas transformaciones sufridas por su hábitat,
la ha llevado a niveles críticos.
En
nuestra provincia todavía resisten unas pocas parejas, en el norte
provincial sobre todo, donde aún se conservan -cada vez menos-,
cultivos tradicionales, como el olivar, el almendral y otros leñosos.