Van cayendo los últimos
días de febrero y en cuanto el sol calienta un poco, algunas aves
muestran ya signos de encontrarse con las hormonas a tope, preparados
para llevar a cabo la reproducción.
Es el caso del Chochín
común Troglodytes troglodytes, uno de los más pequeños
pajarillos que pueblan nuestros matorrales y malezas.
El macho construye varios
nidos, de apariencia globosa con una entrada frontal, que cuelgan en
algún arbusto o en alguna oquedad. Es digna de ver esta
construcción, que este pequeño arquitecto es capaz de construir en
solitario , con el objetivo de atraer a una o varias hembras ya que
esta especie está considerada como poligama. Desde las cercanías
del nido emite un canto potente y agradable, con el que delimita su
territorio y consigue llamar la atención de sus congéneres del otro
sexo.
El Chochín se distribuye
ampliamente por latitudes templadas del hemisferio norte, incluyendo
Norteamérica, y en Iberia es más abundante en la mitad norte,
aunque en nuestro municipio no es ni mucho menos un ave escasa,
siendo habitual en las densas malezas, bosques y matorrales donde
vive todo el año, a base de alimentarse casi estrictamente de
pequeños insectos y arácnidos.