Como tantas otras especies de aves, el petirrojo europeo Erithacus rubecula es un ave migratoria, al menos de manera parcial. Las poblaciones del centro y norte de Europa abandonan sus zonas de cría y comienzan a viajar hacia el sur, ocupando los países ribereños del Mediterráneo y el norte de África, incluso hasta Oriente Medio y algunos hasta por debajo del Sáhara.
En Marbella lo tenemos todo el año presente. Como reproductor es escaso y localizado en ambientes favorables -lugares frescos y con arbolado y matorral-, como invernante es mucho más numeroso y ocupa una gran diversidad de medios, siempre con buena cobertura arbustiva, incluyendo parques y jardines.
En estos últimos días es ya notoria la llegada de estos petirrojos norteños. En lugares donde hace unas semanas no estaba, ya se detecta con cierta facilidad. Es un pájaro inconfundible con su amplia mancha anaranjada en el pecho, garganta y que le sube hasta por encima del ojo. No siempre resulta fácil de ver, ya que suele moverse entre la densa vegetación, pero emite casi constantemente un reclamo muy característico en forma de chasquido agudo que delata su presencia.
Aunque se le considera insectívoro, no hace ascos a pequeños frutos; incluso en lugares humanizados aprovecha los desperdicios del ser humano a menudo, mostrándose en estos puntos bastante confiado.
Aparentemente no muestra problemas de conservación, más bien parece que se encuentra en ligera expansión.
Es bastante territorial, incluso en invierno, y protege su pequeño territorio ante otros congéneres e incluso ante otros paseriformes. A menudo se le puede ver acosando a otros pájaros, y aunque es pequeño, su temperamento no es precisamente cordial con los que considera competidores.
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