El colirrojo real Phoenicurus phoenicurus es uno de mis pájaros preferidos. El motivo es de difícil explicación; pero su porte elegante, su colorido y el solo poderlo ver durante los pasos migratorios y no en gran número, hacen que sea una de mis debilidades.
Es un migrante transahariano que ahora se encuentra en pleno viaje hacia el continente africano y que en España cría de manera dispersa en enclaves montañosos, con bosques de cierta entidad y con presencia de arbolado maduro. Es un poco exigente en cuanto al hábitat, de ahí que haya estado seriamente amenazado en décadas pasadas, aunque ahora todo apunta a una recuperación de sus efectivos, sin llegar a recuperarse del todo.
En nuestra provincia es conocida su reproducción en la Sierra de las Nieves y en Sierra Bermeja, pero siempre en números bajos.
Básicamente insectívoro, durante su migración hace paradas en enclaves favorables para descansar y alimentarse. Y así lo pude disfrutar hace unos días, en un parque de Marbella, donde alternaba fases de descanso en algún árbol, con otras en los que buscaba afanosamente insectos al modo de los papamoscas, lanzándose al suelo cuando desde un posadero, divisaba alguna posible presa.
En este caso se trata de un macho joven, no tan llamativo como los adultos, pero de igual manera un pájaro realmente especial por sus bellos colores.
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