En estos primeros días de octubre continua la migración postnupcial a buen ritmo. Sobre todo en lo referente a paseriformes, aunque no puede darse por finiquitada, ni mucho menos, las de aves planeadoras. Y por supuesto que limícolas, marinas y otros grupos de aves también continúan con sus respectivos periplos migratorios. Pero hoy me centraré en tres paseriformes, viajeros impenitentes que estos días podemos ver en Marbella, descansando y reponiendo fuerzas.
El papamoscas cerrojillo Ficedula hypoleuca es uno de los más numerosos y relativamente fáciles de detectar. Suelen parar en zonas arboladas, donde se mueven entre el arbolado a la caza de algún insecto en vuelo o en el suelo. Necesitan mantener su grasa corporal para reemprender el vuelo migratorio lo antes posible. Esto es común al resto de las especies de paseriformes.
La curruca mosquitera Sylvia borin, es probablemente la más discreta de las tres especies que componen esta entrada. Apenas emite vocalizaciones, es de una coloración poco llamativa y casi siempre anda enramada en árboles y arbustos. A pesar de todo este año, en mi opinión, hay bastantes.
También se dejan ver en buen número todavía los mosquitero musicales Phylloscopus trochilus, que se dedican a buscar entre los árboles sobre todo, a pequeños insectos que cazan con avidez, recorriendo isistentemente y con inusitada rapidez todo tipo de árbol o arbusto.
Las tres especies son bastante comunes en la Europa central y septentrional, y esto hace que su paso migratorio sea notorio. Otras especies más escasas resultan obviamente más difíciles de detectar, pero estas tres al menos -las dos primeras llegan a criar en la mitad norte de Iberia-, se pueden detectar incluso en parques y jardines, o en el arbolado urbano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario