Ayer tuve un encuentro en una de nuestras playas con un juvenil de gaviota de Audouin Ichtyaetus audouinii, una especie endémica de la cuenca mediterránea, con unos efectivos a nivel mundial que se estima no superan los 42000 ejemplares. La mayoría de estas aves crían en España, aproximadamente un 70% del total, repartidas desigualmente por islas, islotes y costas rocosas.
Hace unas décadas llegó a estar considerada como “en peligro de extinción”, pero a partir de la década de los 80 del siglo pasado su población se recuperó notablemente y se cambió su clasificación a “vulnerable”. En la actualidad vuelven a descender, a un ritmo de un 5% anual, según estudios de SEO/Birdlife.
Es una especie que se alimenta de peces pelágicos, aunque no desdeña cualquier otro animal de pequeño tamaño que pueda encontrar en la costa.
En Marbella sin ser abundante, se suelen ver ejemplares sobre todo en invernada, aunque una parte de la población se dirige a las costas del África occidental a invernar.
Como dije antes, dado su bajo número, siempre es un encuentro agradable y más con ejemplares juveniles, de los que recuerdo haber tenido un par de avistamientos anteriores.
Una especie amenazada, que suele moverse con otras gaviotas y que a menudo suele pasar desapercibida a los no iniciados, pero cuya observación siempre resulta gratificante.
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