lunes, 21 de febrero de 2022

Abubillas.

 

Hace unos días vi como una pareja de estas singulares e inconfundibles aves: las abubillas Upupa epops, andaban en lo que parecía la búsqueda de un lugar para anidar. Lo hacen preferentemente en huecos de árboles, pero como éstos no abundan en demasía, se adaptan a cualquier otra oquedad, incluso en construcciones humanas.






El comportamiento migrador es bastante complejo. La mayor parte de la población parece invernar en el África subsahariana. No obstante las poblaciones más meridionales, como es el caso de la nuestra, pueden permanecer todo el año en el territorio. Además una fracción de los migrantes norteños, pueden también quedarse en zonas adecuadas del sur de Europa. De hecho puede darse la paradoja de que en algunos puntos del sur ibérico sean más abundantes en invernada que en época reproductora.




Ocupa gran parte del Paleártico, llegando hasta la costa del pacifico de China, el norte de África y en España solo falta en la cornisa cantábrica, si bien en gran parte del territorio peninsular es unicamente un ave estival.

El pico, largo y curvado de la abubilla está diseñado para urgar en el suelo y buscar orugas y pupas de insectos. Y tampoco es desdeñable su afición a las larvas de procesionaria, que son capaces de extraer de sus globosos nidos.




Prefiere zonas arboladas poco densas, no encontrándose en bosques abigarrados, si bien también se deja ver en otros ambientes, incluidos los parques y jardines, donde últimamente se ha hecho presente.

El nombre vernáculo de "gallito de marzo" que siempre escuché de pequeño, parece hacer referencia al mes de su llegada desde África, pero como he dicho anteriormente, por aquí no es extraño verlas todo el año y así viene sucediendo en los últimos tiempos.



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