Hace unos días se dejó
ver en uno de nuestros humedales un ejemplar de Aguja colipinta
Limosa lapponica. Esta limícola cría en latitudes muy
norteñas de Eurasia y Norteámerica e inverna -la subespecie que
cría en Europa- en países del sur del continente y en África. Es tan
norteña que se reproduce en las tundras del norte de Escandinavia, Rusia y
Siberia y es una de las aves migradoras más increíbles que se pueden
ver. Se ha comprobado mediante la instalación de radiotransmisores
en algunos ejemplares, que son capaces de volar durante varios días
-con sus noches- sin descansar, recorriendo miles de kilómetros en
épicas etapas.
En Iberia inverna en bajo
número en algunas costas preferentemente cantabro-atlánticas, y en
los pasos migratorios si es más común que visite zonas del
mediterráneo.
Y esto es lo que pasó días atrás, que uno de estos
increíbles viajeros realizó una parada para reponer fuerzas antes
de proseguir el viaje. En nuestra provincia se le puede considerar
como una migrante escasa, con pocas observaciones en ambos pasos, y
además con pocos individuos. La UICN la tiene catalogada como un ave
amenazada, pues se estima que la población reproductora en Europa,
apenas llega a las 10000 parejas.
Uno de esos visitantes
que “inflaman” el corazón de los amantes de la ornitología, por
ser un animal capaz de proezas migratorias asombrosas a pesar de su
aparente fragilidad.
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