La perdiz roja Alectoris rufa es una de nuestras aves más populares y conocidas. Es un ave llamativa por su coloración y también por su singular canto, muy peculiar e inequívoco. Los adultos tienen una alzada superior a los 30 cm y una envergadura alar que sobrepasa los 50 cm. En los flancos presenta una llamativa banda transversal gris, castaño-rojiza y blanca con finas lineas negras. El pico y las patas son rojas y también presenta un anillo ocular del mismo color, el vientre es de un color anaranjado muy llamativo y el dorso de un tono pardo-grisáceo. El macho además presenta un pequeño espolón en sus patas.
En la actualidad la especie se encuentra en un claro declive, según los datos del programa SACRE (SEO/Birdlife) cercano al 40% en dos décadas. Y las causas son múltiples: una presión cinegética muy alta, pérdida o transformación del hábitat (sobre todo en las zonas agrícolas, por implantación de agricultura intensiva, regadíos, etcétera), y además por contaminación genética, al mezclarse con perdices de granja que suelen ser soltadas en el medio natural, para reforzar las poblaciones autóctonas, dado su interés cinegético. En estas sueltas no es raro que se liberen otras especies de perdices, como la chukar o la griega, y que terminen hibridando con nuestra exclusiva perdiz.
En nuestra localidad llevo notando un moderado declive en las últimas décadas. Se puede decir que están descendiendo en población, pero a pesar de ello se siguen viendo en puntos como sierra Blanca y algunos otros montes.
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