martes, 13 de junio de 2023

El multicolor abejaruco.

 

Cuando el mes de marzo está ya avanzado, más allá de la primera quincena, se oyen los primeros bandos de abejarucos Merops apiaster en migración. Este sonido tan peculiar que estas aves emiten casi constantemente y que puede oírse a largas distancias, es uno de los que nos anuncian la inminente llegada de la primavera. Regresan del África tropical donde han pasado el invierno, y llegan a Europa cruzando el estrecho de Gibraltar. Una vez en el viejo continente se distribuyen fundamentalmente por la zona mediterránea, aunque alcanzan por el este hasta zonas de Rusia e incluso Afghanistán.


El nombre de abejaruco le viene dado por ser las abejas una de las bases de su dieta, lo que le ha acarreado históricamente la enemistad con los apicultores. En este sentido hay que decir que si bien los bandos de abejarucos pueden llegar a mermar las poblaciones de las colmenas, no es menos cierto que raramente llegan a ocasionar pérdidas que pongan en peligro a la misma.


En cuanto a su conservación se puede afirmar que la especie se encuentra en declive moderado según los datos del programa SACRE (1998-2020). Las causas de este descenso de población no están del todo claros, pero la disminución de las poblaciones de insectos -muy notorias en las últimas décadas- y la destrucción o alteración grave de los ecosistemas fluviales, donde tradicionalmente han situado sus nidos, parecen ser las que más están influyendo en su declive.

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