martes, 5 de abril de 2016

El fantasma del matorral.

El Ruiseñor bastardo Cettia cetti –ahora llamado Cetia ruiseñor-, es uno de esos pequeños habitantes de las malezas más espesas, que apenas podremos ver, si no es en uno de sus fugaces vuelos, pero que en cambio oiremos muy a menudo en riberas y sotos fluviales así como en otros matorrales frescos y densos. Estos hábitats de vegetación palustre y de ribera constituyen su medio idóneo y en él busca su alimento consistente en pequeños invertebrados.
Este pequeño pájaro no realiza movimientos migratorios y permanece ligado a su territorio todo el año, escuchándose incluso en pleno invierno su potente y repetitivo canto, destinado a advertir de su presencia y a reclamar la propiedad del territorio.
De distribución circunmediterránea vive en el sur de Europa, noroeste de África y próximo oriente, llegando incluso hasta Afganistán y el Turquestán.
En España se encuentra bien distribuido, aunque con densidades desiguales, siendo común en los grandes valles fluviales y más escaso en el resto, llegando a faltar en las zonas más secas del sureste ibérico.

En Marbella es común, siendo incluso un habitante de parques y jardines, siempre que presenten matorrales densos, y de todas las zonas con abundancia de malezas (zarzas, cañaverales, etc).

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