En ocasiones las aves tienen algún comportamiento que las hace singulares y que pueden ayudar a detectar la especie. Y este es el caso del pico picapinos Dendrocopos major, el más común de nuestros pájaros carpinteros, muy dado a “tamborilear” sobre troncos huecos, como forma de marcar su territorio.
Este sonido puede ser audible a centenares de metros y es posible gracias a una adaptación morfológica en los huesos del cráneo -que son esponjosos-, y que le permite percutir con inusitada fuerza sobre la madera, ya sea para esta actividad, o bien para la construcción del nido o simplemente la búsqueda de alimento.
Lógicamente es un ave ligada a medios forestales, pero no necesariamente bosques maduros. Puede adaptarse a gran cantidad de entornos arbolados, a menudo no muy densos, por lo que su presencia se puede detectar casi en cualquier lugar con cobertura arbórea.
Hace unos días lo estuve escuchando “tamborilear” sobre un algarrobo seco en un paraje de nuestra localidad, donde parece que últimamente se encuentra en ligera expansión y no parece presentar amenazas significativas. En gran medida esto se debe a su gran adaptabilidad, tanto trófica como en hábitat de nidificación, que le permite subsistir casi en cualquier medio arbolado.
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