Hoy he tenido la suerte
de poder observar de cerca a una de las aves más singulares de la
avifauna ibérica. El Chotacabras cuellirojo Caprimulgus
ruficollis. Es singular en muchos aspectos, tanto de su
apariencia como de su comportamiento, y por su hábito de vida
nocturna, es de los menos conocidas.
También es uno de los
pájaros que más nombres vernáculos tiene en España. Desde
engañapastores, pasando por gallina ciega, capacho
-este claramente onomatopéyico- hasta zumaya o zamaya,
término éste último por el que es conocido en Marbella según mis
informaciones.
Se alimenta de insectos,
sobre todo de mariposas nocturnas, saltamontes y otros, que captura
preferentemente en vuelo, aunque puede llegar a alimentarse en el
suelo.
El suelo es su lugar
preferido de descanso durante el día y también el lugar donde
nidifica. Pone generalmente dos huevos sobre una pequeña depresión,
con aspecto desaliñado, pues suele haber trozos de madera, hojas,
etc,. Es además una de las aves que lleva el mimetismo de su plumaje
a su máxima expresión, pasando totalmente desapercibida a la
vista, aún estando a corta distancia en el suelo. Es cuando casi lo
vamos a pisar cuando emprende un vuelo titubeante, que lo lleva a
unos cuantos metros, y que más de una vez puede darnos un buen
“susto”.
Esta especie es migrante
transahariana, y en Europa sólo la encontramos en Iberia como
reproductora, donde llega generalmente a finales de abril. En España
es más abundante en la mitad sur y el levante,
Por lo tanto el
Chotacabras cuellirrrojo, ave singular donde las haya, es una de
nuestras joyas aladas, tanto por su exclusividad, como por su
población no muy numerosa y nunca fácil de detectar.
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