Ruiseñor pechiazul, posiblemente hembra durante el paso postnupcial. |
El Ruiseñor pechiazul
Luscinia svecica es uno de los paseriformes invernantes más escasos
y localizados de los que nos visitan durante el otoño-invierno en la
costa del sol. Es un ave singular en muchos aspectos, sobre todo en
lo concerniente a su hábitat, que durante la época de cría es
bastante distinto al de la invernada. Durante la primavera en Iberia
ocupa zonas montañosas como brezales, piornales y praderas húmedas
y solo en algunas de nuestras cordilleras más norteñas. En el resto
de Europa se distribuye por bosques y matorrales boreales. También
cría en buena parte de Asia incluso en Alaska.
Durante la invernada las
poblaciones más norteñas emigran hacia las sábanas africanas y una
buena parte de la población del norte de Europa se queda en Iberia y
otros países ribereños del mediterráneo.
Y es aquí donde su
singularidad se hace notoria, pues busca como lugar para invernar
humedales litorales, ríos y en general paisajes dominados por el
barro. Pues es en este medio donde encuentra su alimento,
principalmente insectívoro.
En Europa se distinguen
hasta tres subespecies que varían en la forma de su vistoso babero
azul, que le da nombre, por lo que en función de la forma puede
determinarse su procedencia, al menos de forma aproximada.
Un pajarillo muy buscado
por los observadores de aves, aparte de por su indudable belleza, por
lo escaso que resulta y que por aquí son realmente escasos. Mis
observaciones entre Marbella y Estepona se pueden contar con los
dedos de una mano y pasan años sin que vea a ninguno. Eso si durante
el paso postnupcial (sep-oct) casi todos los años me topo con
alguno, pero en invernada ya es otro cantar.
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