La perdiz roja Alectoris rufa es una especie en clara regresión en el conjunto de España, donde por cierto se encuentra la mayor parte de la población mundial; pues aparte de en Iberia, apenas ocupa zonas de Francia, Italia e islas del Mediterráneo, si bien ha sido introducida con fines cinegéticos en diversos lugares del mundo.
En Sierra Blanca existe una población que aparentemente se mantiene estable desde hace décadas. Digo lo de aparentemente, porque esta consideración es de mi propia cosecha, basada en mis observaciones y no sujeta a demasiado rigor científico. Simplemente es una impresión que saco de mis salidas.
No ocurre lo mismo en el resto de Iberia, hasta tal punto que en Libro Rojo de las Aves de España se la considera como “vulnerable”, categoría que no se refleja después en los listados oficiales de conservación -entiéndase LESPE y CNEA-. Seguramente por su interés cinegético.
Sea como sea, en nuestra sierra como no se practica la caza, parece que la población más o menos se mantiene y en estas fechas empiezan ya los “escarceos” del celo de esta especie tan emblemática de los montes ibéricos. Hace ya unos días los escuché con sus cantos en las laderas de la sierra. Signo inequívoco de que los machos empiezan a marcar territorio y pelear, si es preciso, por el favor de las hembras.
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